De acuerdo con las indagaciones de la Fiscalía, entrevistas recopiladas y el material probatorio
recabado en la escena del crimen, Pinchao Tarapues habría sido el agresor de la mujer y, con las
heridas producidas en las muñecas de la víctima, al parecer pretendía inducir a los investigadores
a establecer que se trataba de un suicidio.
Los forenses encontraron un bisturí muy cerca de
cuerpo de la joven.
Inicialmente, el acto de tergiversar la escena del crimen indujo al error a la Policía Judicial y al
médico rural que practicó la autopsia, que en ese momento concordaron en que habría sido un
suicidio. Sin embargo, pruebas posteriores recaudadas permitieron demostrar la
incompatibilidad con un evento suicida, como la herida en el cuello que registró la mujer, el
hallazgo de su teléfono celular y las llaves de su casa en poder del presunto agresor; asimismo la
práctica de una segunda autopsia por parte de Medicina Legal, y la obtención de muestras
biológicas de Pinchao Tarapues y su cotejo genético con la evidencia encontrada en el cuerpo de
la víctima.
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